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Un tal Merino

Textos de Alejandro Merino

Categoría

Personal

Tan cerca de Fonsi, tan lejos de Silvio

Una cena de Año Nuevo de parejas mixtas, para rabia del gobierno ultraconservador de este país: dos colombianos, un venezolano, un español, un chileno, un mexicano y seis polacas. Vodka y guacamole, jamón serrano y sernik, zupa gulaszowa y uvas a la medianoche, szczęśliwego nowego roku y correr con las maletas alrededor de la casa.

Viernes del 92

Pero Alejandro, ¿cómo lo vas a mandar solo hasta allá?, ¿y si le pasa algo? No le va a pasar nada, pos si no es tonto, ¿o sí? ¿quieres que se vuelva un inútil? Que aprenda a andar solo.

Una ciudad en silencio

uno se muere y se muere bien, y ahí se acaba todo; se acaba la lluvia y los desayunos, la soledad y los días festivos...

Lo que quieran los Dioses

Me pregunto en silencio por qué hay estatuitas de dioses hindúes e imágenes de Buda si los sikh son monoteístas, pero creo que no es momento de preguntarlo; no entiendo un carajo.

No estoy listo

-¿Primera vez en la India?- me pregunta la mujer. Tendrá unos 40 años, es muy delgada, de piel bronceada y lleva un pequeño pendiente entre las cejas. Pantalones holgados, blusa de tirantes y sandalias. Por el acento, es española, y tiene toda la pinta de –como dice mi amigo Marcos- una perroflauta.

En este momento…

Llevo un mes pensando en lo que pasó en estos seis años. O en lo que dejó de pasar, en lo que va a pasar ahora, en lo que no quiero que pase.

Los últimos poetas muertos cracovianos

Durante más o menos un año, un español, un colombiano y un mexicano se reunieron cada dos sábados en algún bar de Cracovia para hablar de literatura –aunque a veces terminaban hablando del desgobierno polaco, de punk y neoporno, o del precio de la carne o cualquier tontería-

Café sin Szymborska

Como me sucede a menudo, llegué tarde a ella. Me enteré de su existencia al siguiente día de su muerte, cuando todos los diarios polacos hablaban de la hija adoptiva de Cracovia, la gran poeta Wisława Szymborska.

Romper el violín y callarse

También era verano, y mis hermanas y mi sobrino habían venido a Europa y querían conocer el campo –bueno, en realidad mi sobrino quería solo conocer estadios de futbol: el del Estrella Roja de Belgrado o el del Dínamo de Zagreb, pero tuvo que ceder-.

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