Solo imaginarlo es abrumador: mil millones de personas en toda India se disponen a iluminar la noche con velas, fuegos artificiales, bengalas. ¿El motivo? Complicado de explicar.
Tomo un mototaxi. Por primera vez me toca compartirlo; somos 5 personas semisentadas en medio metro cuadrado de asiento; con un pie en el mototaxi y el otro volando y esquivando coches y gente...
El guía del Free Walking Tour –un joven israelí- nos deja muy claro que no es recomendable ir a los territorios palestinos, que puede ser peligroso y que es muy complicado pasar los controles, el camino es largo, el transporte malo, etc. Pero Dean –un canadiense de padres colombianos que conocí durante el tour- y yo, estamos empeñados en visitar Palestina, así que después de preguntar un poco aquí y allá logramos subirnos a un destartalado minibús hacia Belén, en la región palestina de Cisjordania.
Es el mejor día del año, y uno de mis sueños se me presenta en bandeja de plata. Mi amigo Nacho me dice que si quiero ser parte del jurado del jueves grasoso, o jueves gordo, como lo llaman en inglés (Fat Thursday). Y yo por un momento creo en un Dios bondadoso, aunque minutos después lo maldiga.
Y todo hubiera quedado ahí, en serio, con estos dos ateos yéndose a algún bar de plac Matejki muy contentos por tener una biblia en polaco y poder consultar de vez en cuando algunos versículos. Todo hubiera quedado ahí si el señor cura no se hubiera puesto pesado e insistente. En serio, yo solo quería una biblia; con eso quedábamos a mano por las interrupciones. Pero no.
Volví de España con un muy buen sabor de boca. Me bebí todo el vino que se me atravesó, me deleité con infinidad de tapas y mariscos, descubrí nuevos rincones de Madrid, me enamoré del acento gallego –y de una que otra gallega-, visité una iglesia transformada en discoteca en Toledo. A Izabela le traje, obviamente, el libro de Amarna Miller, y otro que consideré muy adecuado para que practicara su español, que ya es bastante bueno: Vamos a follar hasta que nos enamoremos, de la poeta murciana Ana Elena Pena.
-Amarna Miller, cómo no, la nueva cara del porno feminista, aunque a ella no le gusta mucho la etiqueta –dijo el colombiano-. -Claro, que en España no sólo se hacen guarradas estilo Lucía la Piedra –agregó el español. -También ha escrito un par de cosas interesantes –volvió el colombiano-, tiene un libro de relatos y poesía, Manual de psiconáutica, con ilustraciones y fotografías hechas por ella, y con prólogo de Nacho Vigalondo.
-¿Qué tanto te gusta el sexo y el porno? –había preguntado Izabela. Y me miraba. -El sexo y el porno… -repetí tratando de ganar tiempo-. Pues… lo normal. -O sea, mucho –agregó Izabela, guiñándome un ojo. -Más que a ti, eso seguro –respondí pícaro también, tratando de seguirle el juego. -No. Te puedo asegurar que no te gusta más que a mí.