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Un tal Merino

Textos de Alejandro Merino

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El mundo

Hombres, dioses y monos

Sita, la chica que hace la limpieza de mi edificio, y a quien a pesar de llevar el nombre de una princesa, no puedo saludar de mano por ser una dalit: una paria, una descastada, destinada por el Karma a lavar ropa, limpiar letrinas o recoger basura

Y si la muerte, hoy, en Varanasi…

El olor, olor a carne quemada, olor a carne humana quemándose…

La rueda y la sonrisa

El anciano es un dalit, un paria, un descastado, un intocable. Casi arrastrando los pies, sale lentamente del rio...

No estoy listo

-¿Primera vez en la India?- me pregunta la mujer. Tendrá unos 40 años, es muy delgada, de piel bronceada y lleva un pequeño pendiente entre las cejas. Pantalones holgados, blusa de tirantes y sandalias. Por el acento, es española, y tiene toda la pinta de –como dice mi amigo Marcos- una perroflauta.

Con lo poco de un taxista

El guía del Free Walking Tour –un joven israelí- nos deja muy claro que no es recomendable ir a los territorios palestinos, que puede ser peligroso y que es muy complicado pasar los controles, el camino es largo, el transporte malo, etc. Pero Dean –un canadiense de padres colombianos que conocí durante el tour- y yo, estamos empeñados en visitar Palestina, así que después de preguntar un poco aquí y allá logramos subirnos a un destartalado minibús hacia Belén, en la región palestina de Cisjordania.

Romper el violín y callarse

También era verano, y mis hermanas y mi sobrino habían venido a Europa y querían conocer el campo –bueno, en realidad mi sobrino quería solo conocer estadios de futbol: el del Estrella Roja de Belgrado o el del Dínamo de Zagreb, pero tuvo que ceder-.

Mentiras del Primer Mundo

Qué triste es ver últimamente a Europa, con sus vueltas a la derecha más radical, a los nacionalismos, empeñada en negar o ignorar todo lo que esté más allá de sus fronteras, sumida, entre otras cosas, en esta gran mentira, que casi todos se creen a ciegas, como niños.

Salvar al maldito planeta

Yo tengo que fingir, cada semestre –entre muchas otras cosas-, que me importa que salvemos al planeta, que debemos hacer algo antes de que sea tarde. Pero no me lo creo ni por un segundo; estoy convencido de que ya es demasiado tarde, de que tenemos el planeta que nos merecemos, de que estamos destinados a extinguirnos y a cargarnos el planeta.

Noticias tardías: Esos niños no son católicos

-¿Ustedes son católicos?- nos preguntó muy sonriente la mujer de la ONG mientras escribía algo en una carpeta. -Por supuesto, con todos los sacramentos en regla- le respondí. -Muy bien. Y… esa familia a la que quieren recibir en su casa, es una familia católica, ¿cierto? -No, verá, no conocemos a ninguna familia siria, simplemente queremos hacerles saber que estamos dispuestos a recibir a una o dos personas en nuestras casas. -Ah… ya veo… pues, verán, nuestra fundación ayuda únicamente a familias sirias católicas...

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