Te llevo a los cafés de los que tanto te he hablado: este es el café Prowincja, sí, el de la historia de Szymborska; este es Pierwszy, este es Ambasada (aquí siempre encuentras a alguno de la banda).
No, no es un cuento, pero sí una ciudad de cuento. Ni propios ni extraños sabemos explicar qué conjuro habita en sus calles, pero todos volvemos.
Llevo un mes pensando en lo que pasó en estos seis años. O en lo que dejó de pasar, en lo que va a pasar ahora, en lo que no quiero que pase.
Durante más o menos un año, un español, un colombiano y un mexicano se reunieron cada dos sábados en algún bar de Cracovia para hablar de literatura –aunque a veces terminaban hablando del desgobierno polaco, de punk y neoporno, o del precio de la carne o cualquier tontería-
Es el mejor día del año, y uno de mis sueños se me presenta en bandeja de plata. Mi amigo Nacho me dice que si quiero ser parte del jurado del jueves grasoso, o jueves gordo, como lo llaman en inglés (Fat Thursday). Y yo por un momento creo en un Dios bondadoso, aunque minutos después lo maldiga.
Pensándolo bien, los finales siempre me han arruinado las mejores historias, así que puede ser mejor que algunas no lo tengan.
Yo me propuse observar con detalle qué es lo que hacen dos millones de católicos de todo el mundo cuando se juntan. Pasé horas deambulando entre las masas, yendo a conciertos cada día, hablando con cuanto peregrino pude, escuchando al papa, preguntando, leyendo las homilías que no pude escuchar en vivo, todo entre cantos de ¡Es-ta-es-la-ju-ven-tud-del-pa-pa!
Volví de España con un muy buen sabor de boca. Me bebí todo el vino que se me atravesó, me deleité con infinidad de tapas y mariscos, descubrí nuevos rincones de Madrid, me enamoré del acento gallego –y de una que otra gallega-, visité una iglesia transformada en discoteca en Toledo. A Izabela le traje, obviamente, el libro de Amarna Miller, y otro que consideré muy adecuado para que practicara su español, que ya es bastante bueno: Vamos a follar hasta que nos enamoremos, de la poeta murciana Ana Elena Pena.