El domingo aterriza somnofílicamente sobre mi cama,

y yo te miro,

y tus nafefílicas manos

desbocan mi omolagnia,

 

me besas con violencia e ímpetu,

estalla mi barosmia,

tus manos ayudan a mi sangre

a correr tempestuosa sus fálicos caminos,

 

mis manos buscan tus muslos,

tu cadera,

tu sexo…

 

Nos basoexiamos hasta el delirio

en un eterno aliento compartido,

mientras unas guitarras suecas tocan para nosotros

y nos melolagnian,

 

y tus albutofílicos recuerdos te recorren cada suspiro,

y mis clastomaníacos deseos te abren los poros,

 

 

toda mi piel, víctima de tu oscura odaxelagnia

ciclónicas caricias húmedas,

el corazón de tu vientre me cubre

mientras tus dedos tiñen recuerdos en mi espalda,

 

profanos gimnofíliacos dando vueltas,

delirantes,

empapados,

 

las uñas no bastan,

vamos en picada al abismo,

 

ahora mi pecho se desliza por tu espalda,

mi boca rasga el sendero de tu columna,

y baja,

baja…

 

 

mi sangre contenida entra en ti,

te siente…

 

 

El mundo se acaba hoy en esta cama,

los ángeles envidian este lienzo,

crurófila mirada,

 

pigófilo confeso,

 

pupilas dilatadas…