Volver a esta ciudad
es sumergirme por completo en todo el dolor,
en todo el placer a un solo tiempo.
Nada me es indiferente aquí,
nada puede serme indiferente.
Es demasiado el ruido,
la violencia,
los gritos,
y al final acabo huyendo.
Por cada risa entre amigos, un feminicidio,
por cada beso, una bala,
por cada abrazo, un desaparecido.
Me da miedo volver a esta ciudad,
esa es la verdad.
Pero ahora que te encuentro,
en medio de todo el caos,
algo cambia.
Tu mano me lleva por calles
que siempre me he negado a ver.
Los cafés del centro
son un destino perfecto para nuestras fugas,
e incluso la eterna travesía al sur de la ciudad
me sabe bien,
si a mi lado viaja tu mirada.
Sí, esta vez es distinto,
me descubres parques y calles tranquilas,
olvido por momentos el miedo,
y el caos parece tan lejano
cuando me abrazas bajo la lluvia,
cuando callas mi boca con tu boca.
Y aunque sean solo unos días,
tú haces que esta ciudad,
con toda su furia,
me sonría,
me parezca por instantes luminosa.
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