Hay un hombre,
en algún sitio,
a quien no conozco,
a quien no odio,
pero al que imagino.
Tú me hablas de él con indiferencia,
con ironía.
No sé su nombre,
ni su mirada,
ni su lenguaje;
no sé si le gusta mirar el mar,
si bebe cerveza
o si desprecia el fanatismo.
Lo único que sé de ese hombre,
es que te ha invitado un café.
Y tu voz me dice que nada que ver,
que te causó gracia,
que no es tu tipo.
Y yo no puedo evitar sentir una rara tristeza
y quisiera decirte que aceptes su café,
que lo conozcas,
que te enamores de él si puedes,
que lo beses.
Y decirte también que no aceptes su café,
que no lo conozcas,
que no te enamores de él aunque puedas,
que no lo beses.
Pero no digo nada.
Solo me siento triste.
Triste por él,
por mí,
por los tres.
Un hombre te ha invitado un café
y tú has dicho no,
y con tu negativa entierras la posibilidad
de algo maravilloso,
porque aunque quizá él no sea tu tipo
-como quizá tampoco yo lo era-
tú sí lo seas,
tú seas quien posee todo lo que él busca,
la mujer que nunca volverá a encontrar,
la mujer hipnótica y fascinante con la que sueña
y a quien por fin se ha atrevido a invitarle un café,
pero que se aleja mientras dice irónicamente
que la cafeína le sienta fatal.
Y sin embargo él te mira desde su boca,
te piensa con sus ojos vivos.
Podría amarte.
Sé que podría.
Y tal vez desconoce si tú estás con alguien más,
si tus besos van hacia otra boca,
si tus manos descansan sobre otro pecho.
Y si tú no aceptas su café,
quizá lo hundas;
y si aceptas su café,
quizá me hundas.
Pero recuerdo que hubo un día
en que yo también te invité un café,
y tú aceptaste.
Quizá sin que yo fuera tu tipo,
y aún estando con alguien más,
te invité un café.
Y nació algo hermoso,
y tal vez también murió algo hermoso.
¿No sucede lo mismo ahora?
¿No podría ser él a quien buscas?
¿No podrías ser tú la mujer de sus sueños,
como lo eres de los míos?
¿Cuántos cafés habrán de rompérsenos entre las manos
sin saber que quizá eran…?
No sé qué más decir,
salvo que me siento triste.
Por ti,
por él,
por los tres.
A veces basta un café para empezar a volar,
o para empezar a hundirse.
Deja una respuesta