Lo peor de todo

no es que te hayas ido,

ni que no me extrañes,

ni que no regreses.

 

Lo peor no es el vacío que me dejas,

ni el recuerdo,

ni el eco de tu piel.

 

Lo peor no es tu ausencia,

ni el maquillaje que olvidaste,

ni los azulejos que preguntan por ti.

 

Lo peor no es que eche de menos tu risa,

ni que no te hayas despedido,

ni que me hayas dejado el aire

lleno de tu olor.

 

Lo peor de todo

es que mientras yo me encierro en casa

tratando de hacerte un poema,

tu dedos ya recorren

la espalda de mi sucesor.