Yo soy dueño de la mitad de todo

cuanto ha acontecido

entre tus manos y las mías,

soy dueño de la mitad de los besos,

de la mitad de las noche

y de las alegrías.

 

Me corresponde la mitad

de todas nuestras peleas,

y la mitad de las sábanas,

tengo derecho a quedarme

con la mitad de los celos,

de los reproches y de las sonrisas.

 

Soy dueño de la mitad de la almohada,

de la mitad de tus sueños

y de la mitad de tu cuerpo,

aunque sea la mitad que no tiene remedio.

 

Por democracia me pertenece

la mitad de nuestro tiempo,

ya sean los días

o la otra parte que es aún más fría.

 

Yo soy dueño de la mitad de todo eso,

y haz lo que quieras con tu parte,

pero la mía,

la quiero de regreso.