Yo solía creer que el cielo era azul porque Dios era niño,

que el amor era rojo y se tenía que aprender,

y que masiosare era un extraño enemigo.

 

Pensaba que el coco y el chamuco eran hermanos

y que su papá era el robachicos,

que el ratón de los dientes siempre andaba en pijama

y que así como algunas niñas mayores perdían la virginidad,

si tenían paciencia, se portaban bien y buscaban mucho

la podían volver a encontrar.

 

Juraba que el conserje de mi primaria era una asesino psicópata

y que Francisco y Madero eran muy amigos

pues siempre andaban juntos.

 

Estaba seguro de que los libros

me iban a volver más zonzo

de lo que ya era,

y que Playboy era un juego de mesa para niños.

 

Pero crecí, desgraciadamente,

y ahora sé que el ratón de los dientes es un fetichista,

que el cielo es azul por una razón aún más compleja

que el sexo de Dios,

que al amor le da igual del color que lo pinten,

que don Juanito el conserje era un hombre común y jodido,

y que no es masiosare

sino la virginidad de las niñas mayores mi extraño enemigo,

ese fantasma hermano del coco,

que a veces se va por las noches,

pero siempre regresa conmigo.