He cambiado de casa no sé cuántas veces, y sólo hay dos cosas que me llevo siempre a donde voy: un cuadro –aunque es más bien un póster plastificado- de Beatriz Aurora y algún fragmento de Palinuro de México. Es un libro de esos. De los que no se sale, ni se quiere salir. Aunque yo esté en Cracovia, y mi libro en Buenos Aires y Estefanía en la plaza de Santo Domingo del DF.