Si hubiera sabido que Paharganj era así, lo habría pensado dos veces antes de reservar el alojamiento de mi primera semana en la India. En este barrio de Delhi está la calle Main Bazar, probablemente la más transitada de toda la ciudad. Es inverosímil la cantidad de cosas que se concentran en una misma calle: mototaxis que no dejan de tocar el claxon, bicicletas, perros, basura, hoteles, mujeres con vestidos de colores magníficos, vacas, comercio de todo tipo, turbantes, cableado eléctrico, ropa secándose, comida, letreros en hindi, en inglés, en yidish, velos islámicos, hombres con kipá, niños descalzos, turistas nórdicos que miran todo asombrados… Ruido y colores como nunca había imaginado.

Es un barrio pintoresco para pasear, pero no tanto para dormir. Por las noches el ritmo no merma. Las cinco noches que llevo aquí me ha tocado ver y escuchar algún tipo de ritual, ceremonia o música en honor a alguno de tantos dioses que quizá iré conociendo poco a poco durante mi tiempo en este país.

A la segunda noche, a través de unas escaleras de caracol más bien amenazantes, descubrí un café con terraza y vista hacia toda la calle, y me he refugiado ahí cada noche, escaqueándome un poco de todo este caos, viéndolo desde arriba, maravillado con este fluir caótico, y donde sin embargo nadie choca, nadie atropella, nadie protesta ni insulta ni mira feo al de al lado. Es un caos de fuerzas superiores.

La pequeña terraza se queda casi vacía, salvo por mí y una mujer en la mesa de al lado. El mesero, que luego de 3 noches seguidas ya me reconoce y sabe decir unas cuantas palabras en español, me pregunta si todo bien, y se retira a la planta de abajo.

-¿Primera vez en la India?- me pregunta la mujer. Tendrá unos 40 años, es muy delgada, de piel bronceada y lleva un pequeño pendiente entre las cejas. Pantalones holgados, blusa de tirantes y sandalias. Por el acento, es española, y tiene toda la pinta de –como dice mi amigo Marcos- una perroflauta.

-Sí- respondo, y pienso fugazmente que aunque llevo cinco días sin hablar español, y se necesita, lo que menos me apetece es hablar de chakras, karma y energías.

Pero es precisamente eso lo que escucho durante los siguientes 45 minutos. La mujer –Margarita, de Alicante- me cuenta que este es su séptimo viaje a la India, que es profesora de meditación y sanación energética, que su viaje interior comenzó hace 15 años en México, con los huicholes y el hikuri, que ahí tuvo acceso a sus vidas pasadas, que ahí descubrió su luz, su camino y su misión. Yo le cuento de inmediato que no soy nada espiritual, que no me gusta la naturaleza, que soy más bien un tipo urbano, que creo en la hijueputez del hombre y en el azar, pero ella parece no escuchar. Quizá tengo cara de necesidad espiritual, porque Margarita se suelta con un listado de los principales centros energéticos de la India, me recomienda pueblos, playas, montañas, rutas de sanación y todo lo que acabo de decirle que no me interesa. Es lo malo de toparte con un friki de cualquier ideología/religión, que creen que todos pedimos a gritos ser iluminados.

-…porque todo, al final –dice concluyente- es La Fuente.

-¿Qué es La Fuente? –le pregunto (digo, ya que me estoy chutando todo este choro, hagamos lo que con los Testigos de Jehová).

-Pues La Fuente –dice extendiendo los brazos y mirando al cielo y luego a la atestada calle bajo nosotros-, La Fuente es… todo. Es esto. Tú, yo… La Fuente. Venimos de ella, y al final volvemos a ella.

-Suena mucho como a eso de la omnipresencia de Dios, ¿no?

-No, no, es que no hay un Dios, es La Fuente. La gente no sabe… bueno, no todos están preparados para ver. Yo mucho tiempo no lo estuve, pero cuando lo ves, cuando estás listo, La Fuente viene a ti. Ya lo verás.

A partir de esa cuarta o quinta mención, una parte de mi inconsciente sustituye La Fuente por La Matrix, así que cada vez que ella la menciona yo pienso en Trinity, con ese traje negro y ajustado, como el de Michelle Pfeiffer en Batman regresa. Margarita sigue hablando, pero yo estoy ya a kilómetros de ahí. Escucho lejanamente que menciona algo sobre la evolución de las almas de los mamíferos, es decir, de un sistema de 4 chakras a uno superior de 7… (qué buena se ve Trinity de vestido en la escena cuando conoce a Neo en la discoteca. No, se ve más buena con el traje negro. ¡O en la persecución en moto en Matrix reloaded! Pero Michelle Pfeiffer es Michelle Pfeiffer, y ese traje de Gatúbela es hecho a mano además. ¿Por qué no hicieron una película de Trinity vs Gatúbela?, ¡¿se imaginan la pelea?!) …y se manifiestan en esferas de energía que están en un proceso de reacomodación ante La Fuente… (ahora pienso en el Hadooo-ken de Ryu y Ken en Street Fighter, o en el meteoro de Saint Seya, esas sí eran esferas de energía, no las patrañas que esta mujer me está contando. Y qué tal el séptimo sentido de los caballeros dorados, o el sei samsara de Shaka de Virgo).

La voz de Margarita me llega lejana mientras yo repaso mentalmente las mejores escenas de las 4 temporadas de Saint Seya… Solo así se libera la mente de la confusión y se expande tu conciencia hacia lo ilimitado y se accede a otro planos de la realidad…

Cuando Margarita afirma que la relatividad de Einstein y la mecánica cuántica confirman todo cuanto me está diciendo, me desconecto definitivamente de su discurso y me enfoco al 100% en Trinity vs Gatúbela. Al despedirnos me da ánimos, me dice que no me preocupe, que ya me llegará el momento, que La Fuente se abrirá para mí cuando tenga que hacerlo. Yo le deseo buen viaje de regreso. Ella me da su tarjeta:

 

CONSTELACIONES FAMILIARES:

DESCUBRE LA VERDAD DE QUIÉN ERES.

 

Si alguien quiere su contacto, se lo paso por inbox. Si no quieren su contacto, no se preocupen, será que no están listos. La Fuente sabrá cuándo manifestarse.